Los chicos de sexto "A"

Los chicos de sexto “B” creían que eran los mejores de la escuela, y esto parecía ser cierto, porque, cuando jugaban al fútbol en el recreo, siempre ganaban y, además, en el estudio, tenían mejores notas que los de sexto “A”.
Los del “B” comprendían fácilmente las consignas, y los profesores avanza­ban en el programa de tareas mucho más rápido que en el otro curso, en donde debían explicar una y otra vez las cosas.

A mediados de año, su­cedió algo que modificó esta situación.

Al igual que en otros ba­rrios de la gran Ciudad, cuando los chicos salían del colegio, eran asaltados y les sacaban las zapatillas o las mochilas.
Los chicos del “B” hablaron con su maestra porque tenían miedo de salir de la escuela.
El problema era que la mayoría de los padres no podía ir a buscarlos, y debían regresar so­los a sus casas.

Los profesores comentaron el conflicto entre ellos y se dieron cuenta de que los chicos del “A” no habían manifestado ningún temor. Ni siquiera habían planteado el tema.
La maestra decidió preguntarles si les habían robado a ellos también. Apenas comenzó a hablar, le contestaron que les pasaba lo mis­mo que a los otros chicos y que, habían senti­do miedo, pero justamente por eso, se habían reunido durante un recreo para pensar qué hacer y habían decidido salir juntos y planifi­car recorridos especiales, para acompañarse unos a otros y caminar por calles transitadas y con más tiendas.

Algunos debían caminar dos o tres barrios de más, no obstante eso no les importaba, porque iban charlando y estaban más tranquilos.

—¡Qué bueno! ¿Cómo se les ocurrió? —preguntó la profesora asombrada, ya que nunca hubiera esperado algo así de ese curso.
—¿Por qué nos pregunta eso? —exclamó uno de los chicos—. Nosotros siempre nos reunimos cuando tenemos un problema. Sabemos que solos no podemos resolver las cosas y, por eso, nos ayudamos unos a otros. Hay veces en que esto nos hace ir más lentamente, pero vamos juntos.

La profesora se quedó pensando y reconoció que estaba equivocada con respecto al con­cepto que ella misma y que los otros profesores se habían formado de los chicos de sexto “A”.
Debió admitir, que, en ese grado, aprendían despacio, porque preguntaban sin que les diera vergüenza, y ninguno se quedaba sin entender. Cuando uno se retrasaba, los de­más compañeros esperaban, sin impacien­tarse, que supiera qué tenía que hacer.

¿Qué cosas te asustan o te dan miedo? ¿Qué haces cuando tienes una sensa­ción así?
¿Qué caracteriza a una persona fuerte, segura? ¿Qué experiencias tienes de haberte re­unido con otras personas para lograr algo que deseabais?.
En el evangelio Jesús se nos presenta exigente en cuanto a las condiciones para seguirlo. Sin embargo, no condena al que no lo recibe. Jesús nos envía el Espíritu Santo y nos alimenta con su pan para que podamos seguirlo y trabajar por el Reino dejando todo aquello que nos impida o entorpezca trabajar por la justicia, el amor y la paz.

Parroquia Sagrada Familia