Evangelio del domingo, 18 de diciembre de 2022

Estamos en el 4º domingo de Adviento, que quiere decir el domingo inmediato anterior a la Navidad. Y en este domingo todos los años la Iglesia nos presenta a la Santísima Virgen María, como la que mejor se ha preparado para vivir santamente los días de Navidad. Ella tuvo un adviento especial durante nueve meses y nos enseña a esperar de modo que Jesús nazca también en nuestro corazón.

Pero en este año, el ciclo A, en el que el evangelio será principalmente según san Mateo, juntamente con María nos presenta a san José, el hombre bueno. María, después de la Anunciación, había ido a casa de su prima Isabel y, cuando volvió a los tres meses, se notaba que iba a tener un niño. Eran los meses en que ya se consideraban esposos, pero no vivían juntos. El esposo aprovechaba esos meses para preparar la casa donde debía recibir a su esposa. Algunos durante esos meses ya esperaban a un niño; pero no estaba bien visto. Los que se consideraban fieles a las leyes, que era lo mismo como ser fieles a Dios, esperaban hasta convivir.

Hoy se nos exponen las dudas y las angustias de san José ante esta realidad que María ya no puede ocultar: va a ser madre. Alguno, cuando oye esto, cree solucionarlo pronto con una buena conversación: ¿Porqué María no le contó...? No hay que ver las cosas bajo nuestra mentalidad democrática y modernista. En aquel tiempo los novios no podían hablar mucho a solas y menos en privado. Era muy difícil que san José, ni nadie, creyera lo del Espíritu Santo dicho sólo por María. El hecho de que San José dudara de María no se le puede reprochar demasiado: según la manera de actuar entonces, no podía conocer a María demasiado, ni su voto de virginidad, ni la mujer totalmente fiel y piadosa, que luego conocería. El joven José, sin tener explicaciones, sentiría el natural rechazo de hombre ofendido e inculcado su derecho de esposo.

En este momento, el evangelio dice de José que “era justo”. Hoy el evangelio nos propone a san José como modelo de justicia. No se trata de una justicia que pretende defender sus derechos, al estilo del Ant. Testamento. En este caso, como buen judío, debería defender la ley y las costumbres y debería castigar el adulterio. Era justo que salvase su honor con un divorcio público para quedar bien ante la opinión pública y hasta con derecho de ser indemnizado. Pero José era justo a la manera cristiana, que también se decía de los buenos israelitas: es el hombre piadoso, servidor irreprochable de Dios, cumplidor de la voluntad divina, bueno y caritativo con el prójimo. Y porque era bueno, no podía permitir que María fuera entregada a la vergüenza pública. Prefería que las culpas se las echasen a él, habiendo abandonado a la “pobre muchacha”. Y esto es lo que piensa hacer, como una ofrenda a Dios y un acto de respeto a su esposa. En este momento Dios soluciona las cosas y un ángel (no sabemos cómo) le revela el gran misterio de la Encarnación. El respiro de José tuvo que ser muy grande y el amor hacia su esposa y el Niño que llevaba en sus entrañas también muy profundo.

Para san José no sólo fue conocer de parte de Dios un gran misterio, sino recibir una gran tarea. Desde ese momento él iba a ser responsable de ese niño. Eso es lo que significaba el “poner el nombre” al Niño. Le pondría “Jesús” que significa Salvador, pues nos salvaría de los pecados. Para el evangelio de san Mateo, que iba dirigido a los judíos, tenía la importancia de exponer que legalmente Jesús era descendiente de David, según las profecías. Para nosotros san José es el ejemplo de aceptación de la voluntad de Dios y aceptación del cambio de planes en su vida. Muchas veces nosotros hacemos con gusto lo que hemos programado nosotros mismos; pero ¡Cuánto nos cuesta seguir los planes de los demás! A veces Dios nos propone sus planes a través de superiores y de circunstancias que no esperábamos. Pero en esas circunstancias está Dios con nosotros. En estos días de Navidad Dios se acerca más a nosotros, como niño, para que nosotros, también como niños, estemos disponibles para El.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. 
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» 
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» 
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Palabra del Señor

Parroquia Sagrada Familia