Evangelio del domingo, 17 de noviembre de 2024

El pueblo de Dios ha sufrido tanto, han sido perseguidos, asesinados, pero ha tenido la alegría de saludar de lejos las promesas de Dios. Esta es la paciencia, que debemos tener en las pruebas: la paciencia de una persona adulta, la paciencia de Dios que nos lleva sobre sus hombros.

¡Qué paciente es nuestro pueblo! ¡Incluso ahora! Cuando vamos a las parroquias y nos encontramos con esas personas que sufren, que tienen problemas, que tienen un hijo con discapacidad o que tienen una enfermedad, pero llevan la vida con paciencia. No piden signos, saben leer los signos de los tiempos: saben que cuando germina la higuera, viene la primavera; saben distinguir eso. Sin embargo, estos impacientes del Evangelio de hoy, que querían una señal, no sabían leer los signos de los tiempos, y es por eso que no han reconocido a Jesús.

La gente de nuestro pueblo, gente que sufre, que sufre de muchas, muchas cosas, pero que no pierde la sonrisa de la fe, que tiene la alegría de la fe. Y esta gente, nuestro pueblo, en nuestras parroquias, en nuestras instituciones - mucha gente - es la que lleva adelante a la Iglesia, con su santidad, de todos los días, de cada día. «Hermanos míos, tengan por sumo gozo cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que sean perfectos y cabales, sin que les falte cosa alguna». Que el Señor nos dé a todos la paciencia, la paciencia alegre, la paciencia del trabajo, de la paz, nos dé la paciencia de Dios, la que Él tiene, y nos dé la paciencia de nuestro pueblo fiel, que es tan ejemplar.

Cf Homilía de S.S. Francisco, 17 de febrero de 2014, en Santa Marta.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,24-32):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.»

Palabra del Señor

Parroquia Sagrada Familia