29 Mar
29 Mar

De 10:00 h. a 10:30 h. Avda. Reyes Católicos y Avda. del Cid.
De 10:30 h. a 11:00 h. Fco. Martínez Varea, Sda.Familia y Urb. Jerez
De 13:00 h.a 13:30 h. José María de la Puentey Jerez
De 13:30 h. a 14:00 h. Doña Berenguela y Padre Aramburu.
De 14:30 h. a 15:00h. San Francisco y Villarcayo.
De 15:00 h. a 15:30 h. Sedano y Federico Olmeda.
De 15:30 h. a 16:00 h. Avda. Cantabria y Fco. Sarmiento.
De 16:00 h. a 17:00 h. León XIII y voluntarios.

29 Mar
Viernes Santo - Confesiones
29.03.2024 10:30 - 12:00

Evangelio del Domingo, 9 de octubre de 2016

Afortunadamente, hoy la lepra es una enfermedad vencida y controlada, aunque todavía cause víctimas. En tiempo de Jesús era prácticamente incurable. Pero lo más grave eran las consecuencias sociales y religiosas que comportaba para el que la contraía. El leproso, en efecto, era un apestado y se le apartaba de la familia, del pueblo o ciudad, de las sinagogas y de cualquier otra persona que no corriera su misma suerte. Por eso vivía en el campo y, si alguien se acercaba, tenía que gritar el equivalente a "peligro, aléjate".

El leproso era un muerto en vida. No sabemos cómo ni por qué, pero lo cierto es que un día se acercó a Jesús un grupo de diez leprosos que le gritaron: ¡Ten compasión de nosotros! Jesús, lejos de recriminarles que se hubieran acercado, les mandó hacer lo previsto en le Ley de Moisés para los posibles supuestos de curación: presentarse a los sacerdotes, para que éstos expidieran el certificado oficial de curación y así pudiesen reintegrarse a su familia y a su comunidad social y religiosa.

Mientras iban de camino, uno de ellos advirtió que se había curado. Y, volviendo sobre sus pasos, vino hasta Jesús, se postró ante él y le agradeció el inmenso favor. Jesús le quedó agradecido. Pero reaccionó como hubiéramos reaccionado cualquiera de nosotros: "Los otros ¿dónde están? ¿Sólo uno ha vuelto a dar gloria a Dios?" Ciertamente, no les había curado para que se lo agradecieran sino por pura misericordia. Pero, como era tan hombre como nosotros, acusó el golpe del desagradecimiento. No les devolvió la lepra pero echó en falta un sencillo "muchas gracias".

El pecado ha sido comparado tradicionalmente con la lepra, por su fealdad, facilidad de contagio y dificultad de curación. ¿Quién de nosotros no ha sido perdonado una y mil veces? ¿Cuántos se lo han agradecido? Y si de este beneficio pasamos a los que recibimos cada día: la vida, la salud, el trabajo, el amor de los nuestros, el móvil que usamos, las pastillas que nos curan, las personas que nos cuidan y un larguísima etcétera ¿no tenemos sobrados motivos para dar gracias a Dios? ¿Podría Jesús quejarse como en el caso de los leprosos desagradecidos?

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

Parroquia Sagrada Familia