Evangelio del Domingo, 30 de octubre de 2016

Estamos en Jericó, esa ciudad oasis en el desierto que viene desde el Mar Muerto hasta Jerusalén. Es una ciudad próspera y cosmopolita. Cuenta con un buen número de soldados que custodian el orden y los bolsillos. Porque en Jericó hay dinero. Mucho dinero. Por eso viven aquí muchos recaudadores de impuestos. La gente les odia no sólo porque los cobran para una potencia invasora y pagana, como es Roma, sino porque cobran en demasía.

Al frente de todos hay uno que se llamaba Zaqueo. El evangelio puntualiza que es 'rico'. Si nadie aceptaría una invitación para comer en casa de un vulgar publicano es fácil adivinar el rechazo que les provocaría hacerlo en casa de Zaqueo. Un día pasó Jesús por Jericó. No sabemos por qué, pues el evangelio no aporta datos, pero lo cierto es que a Zaqueo le entraron tantas ganas de ver a Jesús que no dudó en hacer el ridículo. Pues, como era «pequeño de estatura», se subió a una higuera cercana al lugar por donde preveía que pasaría Jesús.

Y, en efecto, pasó Jesús. Pero no pasó de largo. Menos todavía, despreciándole en su interior y en sus gestos por ser jefe de publicanos. Eso lo hacía la gente, pero Jesús era distinto. Tanto, que se paró delante de la higuera y le ordenó: «Zaqueo, baja enseguida, porque tengo que hospedarme en tu casa». El escándalo que se armó fue mayúsculo. Todo el mundo comentaba «¡Ha entrado a comer en casa de un pecador,-que era el apelativo con que llamaban a los publicanos.

No se dan cuenta de que Jesús ha venido a cambiar las cosas, a traer algo nuevo. Él ha venido a salvar a los pecadores, a cambiar los corazones y situaciones que crean esos corazones. Zaqueo es un ejemplo palmario. Porque fue tal impacto que le produjo el comportamiento amistoso de Jesús, que, sin que nadie se lo pidiera, dijo: «Señor, si he perjudicado a alguno le devolveré cuatro veces más».

¿Qué pasaría en tantos corazones, rotos por las mil heridas de la vida, si alguien les dijera desde el corazón: quiero hospedarme en tu casa, quiero ser amigo tuyo?

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.
Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.»
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.»

Parroquia Sagrada Familia