Evangelio del Domingo, 16 de Agosto de 2015
Quien ha subido una escalera de caracol, tiene esta experiencia: parece que está siempre en el mismo lugar. Sin embargo, llega un momento en el que hemos alcanzado la cumbre. Eso es lo que nos sucede cuando leemos el evangelio de san Juan y, más en concreto, su capítulo sexto. Después de tres domingos en los que parecía que se nos repetían las mismas cosas, llegamos hoy a la cumbre de la revelación de Jesús sobre la Eucaristía: "El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". El pan que doy en la Eucaristía, soy Yo mismo.
No se trata de un símbolo, de una imagen, o de una fuerza especial que nos da Jesús a través del pan y vino: ¡¡Es su "carne", es él mismo en persona!! El que no come ese pan no puede tener vida, está muerto, no vive la vida de los hijos de Dios. En cambio, el que lo come "tiene vida eterna", participa de la misma vida de Dios. Esta vida alcanza al mismo cuerpo, porque al que lo come "YO le resucitaré el último día".
Comulgar es plantar en nosotros el árbol de la resurrección, es comer un fruto que nos devolverá la vida para siempre, después de haberla perdido, y hará que todo nuestro ser corpóreo-espiritual se sumerja en el océano de la vida de Dios. Pero no hace falta esperar. Ya ahora, el que comulga la Eucaristía se une a Cristo y a su vida con la misma fuerza y radicalidad que el sarmiento se une a la vid, participan de la misma vida. El que comulga, está en Cristo y Cristo está en él. Gracias a eso, es posible dar el salto al infinito, participar de la vida de la Trinidad. Lo dice expresamente Jesús: "Del mismo modo que Yo vivo por el Padre, el que me come, vivirá por Mí".
La vida del Padre pasa al Hijo y esa vida del Hijo pasa al que le comulga Nada más lógico, por tanto, que concluya así: "Este es el pan que ha bajado del cielo, no corno el de vuestros padres, que lo comieron y murieron. El que come este pan, vivirá para siempre". El que coma la Eucaristía con las debidas disposiciones de alma y cuerpo, será inmortal.
¿Cabe mayor locura de amor de Cristo por nosotros?
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,51-58):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»