Jornada de oración por las vocaciones

Francisco Gil Hellín (Arzobispo de Burgos)

gil hellinDios no quiere que el mundo sea una inmensa sacristía sino un templo grandioso en el que todas las criaturas, siendo cada una lo que debe ser según su plan creador y redentor, entone un prodigioso concierto para gloria suya y deleite de todos sus hijos. Para ello es indispensable que la familia, la educación, el trabajo, la sanidad, la economía, la política, la ciencia, el arte, el deporte y el ocio cumplan el fin para el que él las ha llamado a la existencia.

El Vaticano II ha hecho suya esta teología de la creación en diversos documentos, sobre todo en la constitución pastoral sobre “La Iglesia en el mundo actual”. El Concilio ha puesto de relieve que todas las cosas salidas de las manos del Creador son buenas en sí mismas y se rigen por unas leyes propias. El agua, por ejemplo, no necesita ser bendecida para que alabe al Creador y sirva al hombre. Basta que sea limpia, fresca y sin contaminar. Luego podrá hacerse bendita para ser usada en algunos ritos y lugares, pero siempre a condición de que no deje de ser agua. Lo mismo puede decirse de las demás realidades señaladas.

Situados en este horizonte no resulta difícil comprender la absoluta necesidad de hombres y mujeres bien formados, comprometidos y responsables que estén presentes en cada una de las realidades humanas nobles y las gestionen según el diseño del Creador. Aquí se encuentra uno de los pilares esenciales que reclaman y justifican la presencia de los seglares cristianos en el inmenso panorama de las realidades humanas. Sin la presencia responsable y comprometida de muchos hombres y mujeres en dichas actividades, será imposible llevar a cabo el concierto al que aludí al principio. Habría que añadir que esta presencia, pese a la mejoría llevada a cabo en las últimas décadas, continúa siendo una de las asignaturas pendientes y uno de los retos más formidables de la nueva evangelización.

El mundo y la Iglesia, por tanto, necesitan seglares competentes, responsables y sumamente generosos que estén presentes en todas las actividades humanas nobles. Ahora bien, esta presencia no es suficiente. Necesita el complemento de otros hombres que les faciliten el alimento intelectual autorizado de la Palabra de Dios actualizada permanentemente por la Iglesia, la fuerza de la Eucaristía y la sanación de la Penitencia. Estos hombres son los sacerdotes ministeriales. En comparación con los seglares son un mínimo tanto por ciento. Pero tan indispensable, que sin ellos los seglares no podrán participar y alimentarse de la Eucaristía ni ser perdonados de sus deficiencias y pecados ni nutrirse del alimento verdadero de la Palabra de Dios.

A nadie se le oculta que en algunas partes del mundo occidental, sobre todo, en Europa, acusamos una notable carestía de vocaciones sacerdotales. Nuestros seminarios, que antaño se encontraban repletos de seminaristas, hoy están en una situación de notable precariedad, salvo contadas excepciones. No es que Dios haya dejado de suscitar vocaciones, porque nadie conoce mejor que él la imperiosa necesidad que tiene la Iglesia de buenos y doctos pastores. Dios sigue llamando, pero hay demasiado ruido en el corazón de tantos jóvenes que les dificulta escuchar la llamada.

En este cuarto domingo de Pascua la Iglesia celebra una Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, tanto sacerdotales como religiosas. Pidamos al Señor que sean muchos los y las jóvenes que oigan la llamada que él les hace para entregarse a la causa del Evangelio. Pidamos, sobre todo, para que sean muchos los jóvenes y adultos que sigan la voz del Buen Pastor para ser sacerdotes.

Parroquia Sagrada Familia