El pueblo cristiano y sus iglesias

Francisco Gil Hellín (Arzobispo de Burgos)

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Durante siglos, los cristianos no tuvimos lugares específicos para nuestras reuniones y celebraciones. San Pablo refiere que un día que tenía que despedirse de una comunidad por él fundada, lo hizo en la playa. Una playa, una casa cedida temporalmente por un cristiano acomodado o un rincón se convertían en una iglesia viviente en la que resonaba la Palabra de Dios y se celebraba una reunión de culto.


La dinámica de las cosas hizo que, a medida que hubo medios y personas suficientes, se construyesen lugares en los que se reunía la comunidad cristiana para celebrar la Eucaristía, el Bautismo u otras acciones sagradas. Así surgieron magníficas basílicas, las grandes catedrales románicas y góticas, las iglesias de todos los estilos que llenan nuestros pueblos y ciudades, las ermitas, los santuarios, etc.

Estos edificios, de los que hoy nos gloriamos y disfrutamos, fueron construidos por el pueblo cristiano. Con mucha frecuencia, alguno de sus miembros más pudientes gastaba toda su hacienda o buena parte de ella; los demás, aportaban su apoyo y su trabajo, y todos su inmensa fe. Porque las catedrales y las iglesias son testimonios elocuentes de fe. Con esos ingredientes no sólo construyeron sino que conservaron y mejoraron sin cesar lo que para ellos era su mejor joya: la iglesia del pueblo o de la parroquia urbana.

Mientras los pueblos estuvieron habitados por comunidades cristianas más o menos numerosas, las iglesias y ermitas pudieron hacer frente a los deterioros y contingencias que iban presentándose. Porque los edificios sagrados no dejan de sufrir los accidentes del tiempo o de la naturaleza, sino que en sus tejados aparecen las mismas goteras que en cualquier otro edificio y en sus paredes se advierten las mismas grietas que en los edificios viejos.

Hoy son muchos los pueblos que están semidespoblados y las comunidades cristianas están reducidas en ellos a su mínima expresión. Eso no quiere decir que se despreocupen de la iglesia del pueblo. Al contrario, con no poca frecuencia se preocupan mucho y sienten un verdadero orgullo de la torre que siempre les ha contemplado desde la veleta y de la iglesia en la que ellos y sus hijos recibieron el bautismo y la primera comunión, contrajeron matrimonio y celebraron el funeral de sus padres y abuelos. Por otra parte, en no pocos de estos pueblos su iglesia es una verdadera obra de arte. A ellos les gustaría conservarla e incluso mejorarla. Pero no pueden.

La diócesis también se encuentra en dificultad. Pensemos que la de Burgos tiene más de mil parroquias, de las cuales muchas son obras de arte. Le gustaría llegar a todas, pero no dispone de medios suficientes. Ni siquiera el Estado, que posee muchos más medios económicos, puede hacer frente al inmenso patrimonio que hay en nuestra diócesis y en las demás diócesis de Castilla y León. Gracias a la colaboración entre la diócesis y las instituciones locales y regionales hemos podido arreglar lo más fundamental de unas quinientas iglesias. Queremos seguir en este camino hasta donde puedan llegar nuestras fuerzas.

Desde hace unos años hemos implantado una colecta durante el verano tendente a recabar fondos que ayuden a hacer frente a las necesidades de nuestros templos Esa colecta se realiza precisamente en este domingo segundo de agosto. Este año nos proponemos que la Campaña ProTemplos se centre en las iglesias de Toba de Valdivielso y Orón. Confiamos en que la generosidad de todos nos permita dar pequeños apoyos económicos a más iglesias.

Me hago cargo de la situación en la que nos encontramos por la crisis económica que estamos padeciendo. Pero conozco también la generosidad y la fe de la gente de esta tierra y espero que harán todo lo que esté en sus manos. Gracias por anticipado.

Parroquia Sagrada Familia