Obediencia al líder

Marta, la madre de Tomás y de Lucía, llegaba a la casa un rato después que sus hijos. Ellos salían de la escuela, se preparaban un té con un poco de pan y dulces y se sentaban a ver algo en la tele hasta que llegara su madre. Una tarde, Marta los encontró en la habitación hablando. —¿Qué pasó? ¿Por qué tienen esa expresión tan seria?

Los chicos le contaron que habían visto una película. Se trataba de una escuela de danza. El profesor exigía a las chicas que practicaran varias horas diarias, que hicieran una dieta especial, y, cuando alguna fallaba en algo, se burlaba de ella. Lo peor era que si tomaba de punto a una de las bailarinas, hacía que el resto de las chicas no le hablaran o le hicieran “bullyng”.

Una vez, encerraron a una que equivocó un paso en el baño, y otra vez, le tiraron la mochila en un charco de barro a otra por haber aumentado de peso unos gramos. Lo extraño era que todas lo seguían, le obedecían. —¿Y si alguna no lo obedecía? —preguntó la madre. —Un día llegó una chica de otra ciudad, una nueva. Cuando quisieron “castigar” a una compañera, ella se negó. Entonces les dijo a las dos que no iban a participar. Todas se enfadaron mucho con ella. No le hablaron más y en los ensayos la empujaban para que se cayera... —Hasta que un día, esa chica no fue más. La película terminaba mostrando que había llegado a ser la primera bailarina del mejor ballet de ese país, pero esa parte de la historia era la más buena, para darle un final feliz. En la realidad, muchos chicos y chicas sufren obedeciendo a alguien que los manda, para no quedar fuera del grupo. Se quedaron charlando hasta que se hizo de noche. Marta hubiera hecho hincapié en las víctimas de las burlas, pero sintió que quizás sus hijos o alguno de sus amigos estaba haciendo algo que no deseaba con el fin de no quedarse solo y pertenecer al grupo. Esos niños y niñas también eran víctimas porque no tenían herramientas para decir que no, o porque estaban amenazados, y esa es otra forma de violencia.

En la vida existen muchas situaciones similares. ¿Te ocurrió algo parecido? ¿De qué lado estabas? ¿Cómo se resolvió la situación? Un joven rico se acercó a Jesús para seguirlo. No pudo hacerlo porque estaba apegado a su vida, sus amigos y, sus riquezas.

El Apocalipsis, último libro de la Biblia, tiene un lenguaje “raro”, parece como si Juan estuviera contando un sueño. Juan relata que vio una gran cantidad de personas que habían sufrido mucho pero que ahora cantaban y festejaban porque el Cordero, Jesús, estaba en medio de ellos. Con Jesús, las necesidades están colmadas, ya no sufrimos más. Jesús nos conduce hacia la felicidad, él seca toda lágrima producida por el dolor. ¡Esta es la gran promesa de Jesús que leemos hoy en el Apocalipsis!

Parroquia Sagrada Familia