El más importante

Era de noche, y, en la cocina de una casa, se armó un gran revuelo. Los alimentos discu­tían acerca de quién era el más importante.

Cada uno enunciaba sus cualidades, pero no se pusieron de acuerdo. Entonces, decidieron ela­borar un plan: de a uno por comida, se iban a esconder y verían, de esa forma, cuál de ellos era el más importante, según lo que dijeran los habitantes de la casa. Así, fue que, por turno, empezó a fal­tar algo en la cocina: un día, las patatas, otro día, la calabaza, y otro día, fueron los tomates...

Cierta vez, cuando se es­condieron las patatas, empujaron a la sal -que no había entrado en la discusión-, y la pobre quedó oculta detrás de una gran lata de ga­lletitas.

Llegó la hora de la cena.

Los chicos probaron la comida e inmediata­mente dijeron que le faltaba algo, que estaba horrible, que no se podía comer. El papá los retó, les dijo que así no se hablaba de la co­mida, pero, después del primer bocado, dio la razón a sus hijos.

La mamá se puso de pie, y fue hasta la cocina.

Las patatas estaban felices: las iban a buscar porque eran las más importantes.

La mamá abrió todas las puertas, levantó todos los frascos para ver detrás, hasta que, por fin, ignorando a las pa­tatas, descubrió la sal y dio un suspiro de alivio. La tomó entre sus manos y le colocó una cantidad suficiente a la comida pa­ra que tuviera sabor. En ese momento, Pedro se despertó y descubrió que todo había sido un sueño. Todavía no había amane­cido. Recostado en la ca­ma, recordó que el día an­terior no había sido bueno para él. Por la mañana se había enfadado con sus padres. Más tarde, su­cedió lo mismo en el colegio, con los amigos, y con sus hermanos, en su casa.

Él quería ser siempre el mejor, que todos lo reconocieran. Por la noche, después de la ce­na, se fue a dormir con cara larga, sin hablar y se quedó dormido, enojado con todos.

El sueño lo hizo pensar. Quizás el más impor­tante sea el que hace que lo que lo rodea sea mejor, aunque nadie lo reconozca, ni le hagan un monumento, (¿conoces algún monumento a la sal?).

¿Qué significa ser como la sal? ¿Eres sal para el mundo? ¿Quiénes son para ti las personas necesarias?.
Aprendamos de la expe­riencia de los primeros cristianos. Tenían miedo, estaban encerrados, pero, cuando reciben el Espíri­tu Santo, cuando abren su corazón a la presencia de Dios, el temor desapa­rece, surgen las palabras adecuadas y se hacen realidad la paz y la fe­licidad. Dios sopla su Espíritu siempre, a cada momento, en forma especial en el Bautismo y la Confirma­ción; estemos dispuestos a recibirlo y dejarlo en­trar en nuestro corazón para que nos haga valien­tes, sabios y capaces de amar.

Parroquia Sagrada Familia