Misericordiosos

Carlos recibió un balón de fútbol de regalo de cumpleaños. Estaba feliz. El lunes la llevó a la escuela para jugar durante los recreos. Nada más tocar el timbre, salió corriendo hacia el patio con el resto de los chicos de cuarto grado. Cada curso tenía un sector donde jugar. Una vez que llegaron, Carlos quiso poner las reglas y elegir los equipos. Sus compañeros no estuvieron de acuerdo. —Juguemos como siempre -dijeron. —El balón es mío y yo pongo las reglas, sino me lo llevo. Carlos tomó el balón y se fue. Sus compañeros se quedaron parados en el medio del patio conversando acerca de lo que había sucedido, esperando que volviera. Carlos se fue a jugar con los chicos más mayores, quienes lo recibieron felices porque no tenían balón. Todo estuvo genial hasta que el balón fue a parar contra el alambrado y se pinchó. —¿Lo pagamos entre todos? -dijo Carlos -. Así hacemos siempre con mis compañeros. —No, si el balón era tuyo -contestaron-. —¿Alguien tiene un balón para jugar mañana?

Al día siguiente, los chicos de sexto salieron antes al recreo y, cuando Carlos se acercó para jugar con ellos, le dijeron que ya estaban todos. Lo mismo le dijeron en los siguientes recreos. No les importaba que se quedara sentado a un lado de la cancha. Hacían como si fuera invisible, le pasaban por al lado sin mirarlo. Carlos no se animaba a acercarse a sus antiguos amigos. Ellos se habían puesto de acuerdo, habían comprado un balón entre todos y jugaban en el otro extremo del patio. Por fin se decidió. Iría a pedirles perdón. No importaba si no lo dejaban jugar, por lo menos ellos lo veían, lo saludaban, hablaban con él en el aula. Algunos de sus compañeros, cuando vieron que se acercaba, corrieron a abrazarlo y antes de que pudiera decir algo, lo invitaron a jugar. ¡Te estábamos esperando! ¡Qué bueno que volviste! Otros no estaban tan felices de aceptarlo después de que los había dejado sin jugar, pero no se opusieron.

¿Alguna vez viviste una situación parecida a la que cuenta el relato? ¿Cómo reaccionaste? ¿Aceptas al que te pide perdón?. En este cuarto domingo de Cuaresma, Jesús nos enseña que Dios es misericordioso, que perdona siempre. Para nosotros no es sencillo perdonar. Que, en este tiempo, podamos darnos cuenta de que debemos sacar de nuestro corazón todo lo que nos impide amar y ser felices.

Parroquia Sagrada Familia