«Conscientes de nuestra vocación y misión»

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

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Queridos hermanos y hermanas:

La Iglesia celebra hoy, domingo del Buen Pastor, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas con el lema Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros.

Todos los días hemos de interrogarnos por el sentido de nuestra vocación, por la fuente que brota desde el Costado de Jesús hasta lo más íntimo de nuestro ser, por los frutos de la misión que Dios ha puesto en nuestras manos.

Esta jornada de oración nos invita a entrar en lo más profundo de nuestro ser y, al mismo tiempo, desean suscitar en nosotros una respuesta al seguimiento de Cristo, así como invitar a toda la comunidad cristiana a orar por las vocaciones y para su necesario acompañamiento y sostenimiento.

Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros. Este lema, que nace de la oración del Padrenuestro, recuerda a un Dios providente que –tal y como destaca la Delegación de Vocaciones de la Conferencia Episcopal– «busca nuestro bien» y, como María, nos alienta a «unirnos a ese plan, en escucha y obediencia, hasta decir ‘Hágase en mí según tu Palabra’». Asimismo, como discípulos y misioneros del Maestro, somos enviados por Él a vivir y anunciar el Evangelio, «siempre aprendiendo y siempre enviados».

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Evangelio del domingo, 21 de abril de 2024

Jóvenes, a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo con el bien. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Hoy digo a todos ustedes: No están solos, la Iglesia está con ustedes, el Papa está con ustedes. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y hago mías las intenciones que albergan en lo más íntimo: la gratitud por las alegrías, las peticiones de ayuda en las dificultades, el deseo de consuelo en los momentos de dolor y sufrimiento. Todo lo encomiendo a la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, la Madre de todos los pobres del Brasil, y con gran afecto les imparto mi Bendición.

(Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de julio de 2013)

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«Por un trabajo que construya dignidad»

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

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Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, por cuarto año consecutivo, celebramos en nuestra Iglesia burgalesa la Pascua del Trabajo. Con el lema Por un trabajo que construya dignidad, nuestra archidiócesis está comprometida de manera muy especial con la defensa del trabajo digno, con una implicación que aúna diferentes realidades y sensibilidades y que pone el corazón de la persona en el centro.

Así, desde octubre del año pasado hasta junio de 2024, la archidiócesis ofrece formación con la única intención de ofrecer una visión clara y fidedigna sobre el trabajo digno según la Doctrina Social de la Iglesia, así como denunciar las situaciones que precarizan y deshumanizan el trabajo. En este sentido, parafraseando la expresión de Jesús de que “mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo” (Jn 5, 17), la Delegación para la Pastoral del Trabajo recuerda que, en el principio, «el trabajo aparece como empeño divino: Dios es el primer Trabajador porque trabaja para crearnos, es decir, el ser humano es fruto del trabajo divino». Un sentir que rememora cómo Dios crea al ser humano con su trabajo y, por ello, está satisfecho y gozoso: «Vio Dios cuanto había hecho, y todo era muy bueno» (Gen 1, 31).

Un Dios alfarero (cfr. Jr 18, 1-23) que ha creado al ser humano a imagen y semejanza suya (Gn 1,26-28). Y, como tal, el trabajo es realización de la imagen divina que Dios ha plasmado en nuestro ser, tanto para el ímpetu de la faena como para la belleza del descanso.

«Es necesario afirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, para las familias y para las personas», expresó el Papa Francisco a los trabajadores de la Fábrica de Aceros Especiales de la ciudad italiana de Terni, en marzo de este año. Su principal valor «es el bien de la persona humana», ya que «la realiza como tal, con sus actitudes y sus capacidades intelectuales, creativas y manuales», continuó, para expresar que de esto se deriva que «el trabajo no tenga solo un fin económico y de beneficios», sino ante todo «un fin que atañe al ser humano y a su dignidad. ¡Y si no hay trabajo esa dignidad está herida!».

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Evangelio del domingo, 14 de abril de 2024

Ahora, en el Cenáculo, Cristo resucitado se presenta en medio del grupo de discípulos y los saluda: «¡La paz con vosotros!» (v. 36). Pero estaban asustados y creían «ver un espíritu», así dice el Evangelio (v. 37). Entonces Jesús les muestra las llagas de su cuerpo y dice: «Mirad mis manos y mis pies —las llagas—; soy yo mismo. Palpadme» (v. 39). Y para convencerlos, les pide comida y la come ante su mirada atónita (cf. vv. 41-42). Hay un detalle aquí en esta descripción. El Evangelio dice que los apóstoles “por la gran alegría no acababan de creerlo”. Tal era la alegría que tenían que no podían creer que fuera verdad. Y un segundo detalle: estaban atónitos, asombrados, asombrados porque el encuentro con Dios siempre te lleva al asombro: va más allá del entusiasmo, más allá de la alegría, es otra experiencia. Y estos estaban alegres, pero una alegría que les hacía pensar: pero no, ¡esto no puede ser verdad! .... Es el asombro de la presencia de Dios. No olvidéis esto estado de ánimo, que es tan hermoso.

(Regina Caeli, 18 de abril de 2021)

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«La misericordia, camino de fraternidad y de paz»

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

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Queridos hermanos y hermanas:

«La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia» (Diario, 300). Con este pensamiento que el Señor le inspiró a santa María Faustina Kowalska y que escribió en su Diario, hoy celebramos el Domingo de la Divina Misericordia. Una fiesta que desea hacer llegar al corazón de cada persona, tras la Pascua de Resurrección, un mensaje, un encargo, un mandamiento de amor: «Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia» (Diario, 723).

Un canto a la misericordia, a la compasión desmedida, al perdón infinito. El Señor, a través de la mirada y el corazón de santa Faustina, desea conceder inimaginables gracias a quienes pongan su confianza por entero en sus manos.

«La misericordia es el camino de la salvación para cada uno de nosotros y para el mundo entero», reveló el Papa Francisco en 2022 a un grupo de peregrinos reunidos en el Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia, donde hacía veinte años san Juan Pablo II había encomendado al mundo esta advocación. El Papa Wojtyla lo hizo con el «deseo ardiente» de que el mensaje de amor misericordioso de Dios, proclamado allí a través de santa Faustina, «llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza». Y lo manifestó con unas palabras que aún guardo con especial devoción: «Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir ‘la chispa que preparará al mundo para su última venida’».

Siguiendo los pasos de santa Faustina y de san Juan Pablo II, seamos apóstoles y testigos de la misericordia, vivamos este don como verdaderos hermanos y empapemos este mundo de misericordia. Pero no solo con nuestras palabras, sino ante todo, con nuestra manera de ser y de obrar, con nuestras actitudes y gestos, con nuestras tareas y obras.

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Parroquia Sagrada Familia