¡FELIZ NAVIDAD 2020-2021!

Hay algo más que la pandemia, el coronavirus o las mascarillas. En medio de las medidas de seguridad o los confinamientos, de los riegos de contagio o el no reunirse en estas fechas: Es Navidad.

Contemplar el misterio, a María, José y el Niño Jesús, nos hace ver, en medio del pesebre, nuestro propio misterio de la vida. En condiciones adversas o duelos, se abre paso el pesebre y la pobreza de nuestra experiencia a lo largo de este año.

El motivo para estar entre unas pajas, con una mula y un buey, lejos de la familia, sin posada, en medio del frío no es quedarse en su lugar de confort, o instalado en la queja. El motivo es la alegría de hacerse uno con nosotros. Él quiere entrar en cada uno de nosotros: Estoy a la puerta y llamo, si me abres entraré. Entra Jesús, nace, y tendremos navidad. ¡FELIZ NAVIDAD!

CELEBRACIONES PARROQUIALES DEL TIEMPO DE ADVIENTO

DICIEMBRE

DIA 20
Tercer domingo de adviento. En la MISA de las 12:00, anuncio de la NAVIDAD.
A las 17 h. de la tarde en la IGLESIA, FESTIVAL PARROQUIAL DE NAVIDAD, sólo para los niños, por seguridad.
COLECTA - CAMPAÑA a favor de CARITAS PARROQUIAL.
CELEBRACIONES DEL TIEMPO DE NAVIDAD.

DIA 24
MISA DE NAVIDAD: 19:30 de la TARDE.

DIA 25 NAVIDAD
MISAS: 10, 12, 13, 19:30 de la tarde.
FIESTAS PATRONALES DE LA SAGRADA FAMILIA.

DIAS 25, 26 y 27
TRIDUO en la MISA DE LA TARDE.

DIAS 26 y 27
ADORACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO A las 19 h. de la tarde.

DIA 27
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA.
La MISA DE 13 h. CONCELEBRADA.

DÍA 31
A las 19 h. de la tarde ORACION FIN DE AÑO ANTE EL SANTISIMO.
19:30 h. SANTA MISA.

 

ENERO

DIA 1 AÑO NUEVO
MISAS: 10, 12, 13, 19:30 de la tarde.

DIA 6 SOLEMNIDAD DE LOS REYES MAGOS
EPIFANIA DEL SEÑOR. COLECTA AGUINALDO, AYUDA A LA PARROQUIA.

Mensajes del Papa Francisco en Navidad

«Navidad es acoger a un Dios que se hace niño y nos dona esperanza.»

«El pesebre nos dice que Él nunca se impone con la fuerza.»

«Jesús no se ha limitado a encarnarse o a dedicarnos un poco de tiempo, sino que ha venido para compartir nuestra vida, para acoger nuestros deseos. Porque ha querido, y sigue queriendo, vivir aquí, junto a nosotros y por nosotros. Se interesa por nuestro mundo, que en Navidad se ha convertido en su mundo. El pesebre nos recuerda esto: Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para quedarse con nosotros.»

«La espera de Jesús que viene debe traducirse en un compromiso de vigilancia.» Vigilancia que también significa «estar atentos a nuestro prójimo en dificultad, a dejarnos interpelar por sus necesidades, sin esperar que él o ella nos pida ayuda, sino aprendiendo a prevenir, a anticipar, como Dios siempre hace con nosotros.»

Tiempo de espera y esperanza

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Arzobispo de Burgos)

mario iceta

Hoy es el último domingo antes de Navidad. Cuarto domingo de Adviento en lo que se conoce como semana mayor del Adviento. Esta semana está caracterizada por las antífonas en el rezo de las vísperas donde nos dirigimos al Niño Dios que va a nacer en Belén con los antiguos y venerados títulos Mesiánicos que aparecen en la Sagrada Escritura: Oh! Sabiduría; Oh! Adonai; Oh! Renuevo del tronco de Jesé; Oh! Llave de David; Oh! Sol de justicia; Oh! Rey de las naciones; Oh! Enmanuel. Es también un tiempo mariano, en el que la Iglesia contempla a María como Virgen de la Esperanza, y también, en virtud de estas antífonas, se le conoce a María como la Virgen de la O.

El domingo pasado os hablaba de suscitar el deseo de Dios como el más profundo y fundamental. Hoy me gustaría hablaros del Adviento como tiempo de espera y esperanza. Efectivamente, la Iglesia y nosotros, como miembros de Ella, estamos a la espera del Niño Dios. Por eso, podríamos preguntarnos qué esperamos realmente en Navidad. Mejor dicho, a Quién esperamos en Navidad. Quizás nos encontramos en la periferia de la fiesta: esperamos unos días de descanso, unas vacaciones, algunos regalos. Incluso cosas tan deseables como encontrarnos con la familia, con amigos lejanos,… pero todo ello aún no ha penetrado en el misterio profundo de Navidad. Algunos incluso les produce tristeza porque hay seres queridos que han fallecido, otros no están… Pero quizás deberíamos profundizar en el sentido pleno de la Navidad: en este tiempo esperamos a Dios, hecho Niño, a un Dios que ha tomado nuestra carne, que abraza nuestras vidas, sencillo, humilde, servidor, nacido en pobreza para llenarnos de su riqueza. Y esto llena siempre de luz y alegría el corazón humano, porque hemos sido creados para amar y ser amados, por tantas personas pero, fundamentalmente, por Dios.

Continuar leyendo

Evangelio del domingo, 13 de diciembre de 2020

Escuchar lecturas y homilía

Oración

Puedes ver la misa del sábado tarde aquí:

En estos días, ya cercanos a la Navidad, hay muchas cosas que nos invitan a la alegría. Y está muy bien. Desgraciadamente muchos se quedan sólo en la parte externa, material. Y, como son cosas pasajeras y a veces muy deficientes, la alegría se deshace como un pedazo de hielo puesto al calor del sol. En este domingo 3º de Adviento la Iglesia quiere que en la misma liturgia resuene la palabra alegría. Hoy lo vemos un poco en las tres lecturas. En la primera sentimos al profeta Isaías que invita a la esperanza alegre, a pesar de que el pueblo está en el destierro, porque Dios, que es nuestro creador, no puede querer en definitiva el mal, sino la alegría, para la cual debemos colaborar con el arrepentimiento y el acercarnos al Señor.

Continuar leyendo

Evangelio del domingo, 20 de diciembre de 2020

Escuchar lecturas y homilía

Oración

Puedes ver la misa del sábado tarde aquí:

Todos los años el último domingo de Adviento la Iglesia nos trae la figura de la Virgen María. Ella es la que mejor se preparó para la primera Navidad y Ella es la que mejor nos puede ayudar para hacer una digna preparación para recibir a Jesús en nuestro corazón el día de Navidad. De hecho, toda nuestra vida es como un Adviento continuo de preparación para el gran encuentro con el Señor al final de nuestra vida. Iremos mucho mejor preparados, si vamos de la mano de nuestra Madre del cielo o si aceptamos estar siempre en sus brazos. Para ello debemos aprender su gran esperanza, símbolo del Adviento, y su completa confianza en la voluntad de Dios.
Este año el evangelio nos trae la Anunciación a María del gran misterio “escondido por los siglos”, pero ahora revelado, como dice hoy san Pablo en la segunda lectura. En la primera lectura se nos dice cómo el rey David quería hacer una casa digna al Señor y cómo le dice Dios que le va a regalar otra casa perpetua, que significa la sucesión de la dinastía hasta que llegara el Salvador. El misterio que ahora revela el ángel a María es que ese sucesor de David va a ser Dios mismo que se hace hombre. Jesús en su vida no se atribuyó a sí mismo ese título de “hijo de David”, aunque sí se lo daban, por no alimentar el nacionalismo fácil y peligroso. La intención del evangelio es decirnos que ese Hijo de Dios está enraizado en nuestra naturaleza humana.

Esto sería realidad gracias a la aceptación de María. Jesús viene a salvarnos, pero quiere nuestra colaboración para la salvación. Y la primera colaboración consciente y libre va a ser la de su madre. No es a “ojos cerrados”: María escucha y pregunta para enterarse. Y cuando se da cuenta, sin grandes investigaciones, que es la voluntad de Dios, acepta y pronuncia el “hágase” tan importante para la historia de la humanidad.

Así Jesús entra en la historia de la humanidad por el “sí” de las personas humildes, pobres, atentas a la voluntad de Dios. No fue fácil para la Virgen. Era un cambio muy grande en sus planes de vida, era comenzar una vida incierta y difícil por el hecho de ser virgen y madre. ¿Cómo le iba a decir a José y a sus parientes que aquella maternidad era “obra del Espíritu Santo”? Pero se arroja en los brazos amorosos de Dios. Porque el seguir la voluntad de Dios siempre tiene que ser algo bueno: Dios no puede querer algo malo para nosotros. El “hágase” de María es un profundísimo acto de fe y de confianza absoluta en el poder y en los planes de Dios. Es como presentar la vida ante Dios, como si fuese una hoja en blanco para que Él escriba lo que quiera y como lo quiera. Esto es fácil decirlo. Muchas veces el que se haga la voluntad de Dios en nosotros es como una fórmula; pero luego en realidad lo que queremos es que Dios haga nuestra voluntad. Nos cuesta aceptar cambiar los planes que hemos hecho.

Continuar leyendo

Parroquia Sagrada Familia