Evangelio del martes, 25 de julio de 2023 festividad de Santiago Apóstol

Junto con toda la Iglesia celebramos hoy la fiesta del Apóstol Santiago, uno de los discípulos más cercanos al Señor. Es interesante descubrir cómo el Señor tiene que educar a sus discípulos. Él no los eligió porque eran perfectos, o porque eran mejores que otros o porque tenían grandes virtudes; los eligió porque quiso. Y los llamó así, como estaban, en lo suyo y desde los suyo. Cada uno de ellos con su historia a cuestas. ¿Por qué esto lo subrayamos? Porque hoy el Señor necesita discípulos, necesita nuevos apóstoles. Hoy, celebrando al apóstol Santiago, llénate de esperanza meditando en tu corazón que el Señor Jesús te mira y te llama a ti. No mires para otro lado. Fijate cómo Jesús confía en ti. Él sabe que tienes defectos y errores, que te equivocas o que a veces las cosas no te salen bien. Y, aun así, confía en ti y te llama una vez más. El gran premio del cristiano es saberse útil al plan de Dios.

Otra cosa que llama la atención es cómo llega la madre de Santiago y de Juan, se postra delante de él y le pide algo. Esta imagen nos puede ayudar mucho. Está muy bien postrarse delante del Señor, está muy bien acudir a Él cuando estamos necesitando algo, orar, pero hay que tener mucho cuidado con caer en la tentación del pedir mal. Claro, porque a veces hay que ver cómo uno reza, qué es lo que uno reza, cómo uno pide. Hacer una revisión de nuestra oración y mirar cómo viene nuestra oración. Es muy fácil caer en la falta de prioridades a la hora de acercarnos a Dios. Antes de servir, antes de hacer cualquier apostolado, antes de hacer cualquier cosa, hay que aprender a orar. Que la acción surja de la oración, del estar con Jesús y de saber escucharlo a Él.

Por último, nos encontramos con que los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Tal vez no tanto por la actitud que tuvieron, sino porque les habían ganado de mano. Fíjate cómo muchas veces te enojás más con esas personas que tienen actitudes similares a las tuyas, y por eso te cuesta reconocerlas. Muchas veces estas cosas surgen en la misma familia, en el trabajo, en la facultad, incluso hasta en la parroquia: aparecen los celos, las ganas de escalar, somos posesivos, envidiosos, nos comparamos.

Lo que es importante es ir superando con la ayuda de la gracia de Dios estas limitaciones. Así que analizá bien cuáles son tus limitaciones para ir puliéndolas. El Señor sabe que las tienes, pero es importante que también pongas de lo tuyo para que se vayan notando cada vez menos. Dice Jesús: “entre ustedes no debe suceder así”. El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes. No hay que imponer, sino proponer, porque la fe se propone. Nuestra misión tiene que ver con el servicio, con la entrega, con la disponibilidad, con la alegría de estar para el otro. Por eso, animate también a ser un verdadero apóstol de Jesús, elegido por Él para que seas su servidor no desde el figurar, sino desde el reconocerlo en tus hermanos.

 Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,20-28):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó:

«¿Qué deseas?»

Ella contestó:

«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»

Pero Jesús replicó:

«No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»

Contestaron:

«Lo somos.»

Él les dijo:

«Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor

Parroquia Sagrada Familia