Un año más se ha celebrado el Bar Solidario en el exterior de nuestra parroquia. Durante toda la mañana de hoy Domingo los jóvenes y mayores han colaborado de forma intensa para recaudar fondos que ayudarán a la rehabilitación de un colegio en la localidad de Kananga, al sur de la República Democrática del Congo.
La jornada estuvo marcada por una gran participación de público tanto en la tómbola (organizada con artículos donados por voluntarios) como la barra de bar para degustar algunos de los pinchos y bebidas que los jóvenes se afanaban en preparar a todo ritmo.
La amenaza de lluvia estuvo presente durante toda la mañana y finalmente se hizo presente en torno a las 14h. momento en el que se decidió terminar la jornada.
Agradecer la participación tanto a los voluntarios de la parroquia; jóvenes y mayores que participaron en el montaje y organización del bar solidario, como del público asistente que ha contribuido económicamente para hacer realidad el sueño de muchos niños de poder contar con un centro donde aprender y estudiar.
Todos los años en este domingo 4º de Pascua nos trae la Iglesia a reflexionar la alegoría del buen Pastor, en el capítulo 10 de san Juan. Este año, al ser el ciclo C, consideramos la última parte. La alegoría se distingue de la parábola en que ésta se trata de una breve historia de la que se saca una conclusión moral o religiosa, mientras que en la alegoría se va aplicando cada cosa material a lo espiritual.
Jesús estaba diciendo a los jefes religiosos del pueblo judío que no cumplían con su oficio porque estaban haciendo aquello sobre lo que ya se quejaba el profeta Ezequiel cuando decía que muchos pastores (jefes religiosos) en Israel no atendían a las ovejas ni las guiaban por el buen camino, sino que se aprovechaban de ellas para su propio beneficio. Jesús comenzó a decir entonces que El era “el buen pastor” que sí conoce a sus ovejas, las guía, las ama hasta estar dispuesto a dar su vida por ellas.
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Muchas son las plantas que conoció la abuela visitando a sus nietos. Una de ellas le llamó especialmente la atención, la jarilla. Es un arbusto que no tiene más de un metro y medio de altura, es decir más bajo que la abuela es muy apreciado para fabricar jabones y darle otros usos medicinales.
—No prendas el fuego cerca de esa planta— le gritó su nieto cuando vio que disponía leña cerca del arbusto para preparar el asado. Esa planta se quema fácilmente.
La abuela se maravillaba de la cantidad de cosas que sabían sus nietos. A ella le costaba diferenciar entre la planta de menta y la de perejil.
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La primera vez que la abuela fue a visitar a los nietos, estuvo llena de sorpresas. Una de ellas, fue la casa en donde vivían.
—Me parece que les quedó una piedra gigante en medio de la cocina—dijo nada más entrar.
Le explicaron a la abuela que esas piedras eran la base de la casa, que era muy difícil sacarlas y que lo mejor era incorporarlas a la vivienda. Muchas de las piedras que estaban cerca de la construcción las habían utilizado para realizar el muro de contención. Otras, las trajeron desde el río seco con carretillas, haciendo muchos viajes. Cada piedra tenía su historia.
— ¿Por qué no utilizaron ladrillos y cemento? —quiso saber la abuela.
Para la construcción de las casas utilizaron el material que había en la zona. También averiguaron cómo construían las viviendas los pueblos que habían habitado esas tierras desde hacía muchísimos años. Llevaron a la abuela a hacer un recorrido y le mostraron algunas viviendas. Las que estaban realizadas con bloques de cemento eran muy frías en invierno y muy calurosas en verano. En cambio, las que estaban hechas de piedra y adobe, mantenían la temperatura siempre agradable.
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