Evangelio del domingo, 10 de junio de 2018

En este Evangelio, Jesus nos enseña que la división nunca es buena, ni siquiera entre los demonios. La división siempre destruye, no importa cuán buena o mala sea. Si nos encontramos divididos, todo lo que emprendemos se vuelve contra nosotros y no permite enfocarnos en nuestros propósitos. Por eso, Jesús afirma en otro evangelio que nadie puede servir a dos maestros, pues amará a uno y despreciará al otro.

Dios nos pide que le sirvamos y le amemos de todo corazón, y muchas veces fallamos. Él lo sabe. Conoce que somos débiles y, aun así, espera que lo intentemos con todas nuestras fuerzas, porque aguarda el momento en que reconozcamos que, para lograrlo, debemos contar con sus fuerzas y no con las nuestras. Es así que la lucha por el reino de Dios depende no tanto en aquello que hacemos y aquello en lo que fallamos, sino en cuánto confiamos en el amor y perdón de Dios que siempre nos está esperando.

Jesús lo perdona todo y quiere perdonarlo todo, pero si no nos acercamos a pedir perdón, nisiquiera Él puede perdonarlo pues estamos desconfiando de su amor por nosotros. O, si interiormente decimos que queremos recibir el perdón y exteriormente nos alegramos de seguir pecando, estamos divididos, y esta división nos llevará al final a la ruina.

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Presentación del libro «Al Este de Wengué»

133bEl próximo miércoles 13 de junio a las 19:30h. nuestro párroco Donato presentará su nuevo libro de poesía «Al Este de Wengué» en la Sala Polisón del Teatro Principal. La presentación escénico-literario correrá a cargo del escritor burgalés Carlos de la Sierra.

Los beneficios del libro serán destinados al proyecto solidario del que Donato es padrino en Yeumbeul, suburbio de Dakar, en Senegal y cuyo objetivo es la construcción y reforma de 12 escuelas deportivas y la alfabetización de los niños Talibé, niños de la calle.133c

Dentro del marco del 15º aniversario de la ONG Anvó Africam, el viernes 15 de junio a las 21:30h. se celebrará una cena solidaria en el restaurante "Los Braseros" en el Forum - Museo de la Evolución, con obsequio a todos los asistentes del nuevo libro y cuyos beneficios irán destinados igualmente al proyecto en Yeumbeul.

Eucaristía y Compromiso Social

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

Celebramos hoy la fiesta del Corpus Christi. Se trata de una de esas fiestas enraizadas en el calendario litúrgico y en el corazón del pueblo cristiano. En nuestro contexto concreto, se ha encarnado también en la cultura manifestada en tradiciones, ritos diversos y devociones populares, que llenan de flores los balcones y las calles por donde pasa este día el Señor Sacramentado, entre la fe, la súplica y la adoración de sus gentes. Para los creyentes la Solemnidad del Corpus Christi significa la invitación a contemplar y celebrar el gran don de la presencia real de Cristo vivo entre nosotros, en su Cuerpo entregado y en su Sangre derramada para la vida del mundo. De manera muy especial, es una llamada a entrar en el misterio de la Eucaristía para configurarnos paulatinamente con él. Es el Día de la Caridad. Y en ese sentido, este día del Corpus Christi ha de ayudarnos a tomar conciencia de las consecuencias que conlleva la presencia real de Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía y nuestra participación en él, para la vivencia de la caridad y del compromiso social

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Evangelio del domingo, 3 de junio de 2018

 

Hoy es la ‘Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo’. En esta tierra seguimos hablando de ‘Corpus Christi’, pero corremos el riesgo de recortar parcialmente su sentido. No en vano Jesucristo se nos entregó como “verdadera comida” y “como verdadera bebida” e insistió en que teníamos que comer su Cuerpo y beber su Sangre. Pero hemos de entender bien estas palabras. Porque, como él era semita y nosotros tenemos una mentalidad griega, corremos el riesgo de pensar que en la Sagrada Hostia está el Cuerpo y en el Cáliz está la Sangre y que sólo juntándolos, tenemos el Cuerpo y la Sangre. Pero no es así.

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Sólo quiero que le miréis a Él

Fidel Herráez Vegas (Arzobispo de Burgos)

gil hellin

El domingo pasado concluía el tiempo pascual con el glorioso acontecimiento de Pentecostés. Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, celebración que nos ayuda a considerar el misterio de Dios, uno y trino, en quien creemos; «misterio de Dios en sí mismo, misterio central de la vida cristiana», dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Solo Dios puede darnos a conocer este misterio y lo ha hecho revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo. En su nombre hemos sido bautizados. Lo repetimos tantas veces cuantas hacemos la señal de la cruz, a lo largo de nuestra vida. Profesamos nuestra fe en el Dios trinitario cada vez que rezamos el Credo. Y nuestra oración siempre va dirigida «al Padre, por el Hijo, en el Espíritu». Nuestro Dios, como decían los primeros pensadores cristianos (ante el monoteísmo de los judíos y el politeísmo de los paganos) es un Dios único, pero no solitario. Es comunión de vida y amor, es un Dios personal que tiene rostro y nombre: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

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Parroquia Sagrada Familia